El tercer trimestre de 2025 ha estado marcado por la continuidad del tono constructivo en los mercados financieros, a medida que se han ido logrando avances en las negociaciones arancelarias entre EEUU y el resto del mundo. A pesar de que aún quedan acuerdos por resolver y, pese a que la situación actual del arancel promedio aplicado a los bienes importados por EEUU es muy superior a los existentes al inicio de año, la buena noticia es que muy probablemente no lleguen a alcanzar los niveles desproporcionados anunciados en abril.
Durante estos meses, la economía global ha mostrado señales mixtas. En la Eurozona, el crecimiento sigue siendo modesto, aunque existen vientos de cola que hacen esperar un mejor desempeño los próximos trimestres; principalmente, gracias al impulso del gasto en defensa y a los programas de inversión en infraestructuras en Alemania. En Estados Unidos, el dinamismo de la economía continúa sustentado en la inversión vinculada a la inteligencia artificial, que se ha convertido en el principal motor de la actividad, con las grandes compañías tecnológicas invirtiendo ingentes cantidades de dinero. Esta concentración del crecimiento en un solo sector podría convertirse en una fuente de vulnerabilidad para la economía americana.
En materia de subida de precios, hemos asistido a un repunte de la inflación subyacente en EEUU que ya se ha situado por encima del 3%, lo cual, unido a una desaceleración del mercado de empleo, cuyos últimos datos apuntan a cierta pérdida de impulso, con revisiones constantes a la baja en la creación de puestos de trabajo, ponen en un aprieto a la Reserva Federal, quien ha decidido en sus últimas dos reuniones bajar los tipos de interés en 25 puntos básicos hasta niveles del 4%, priorizando proteger el empleo. Un riesgo de la inflación al alza unido a unos tipos de interés a la baja puede desencadenar en un escenario de tipos reales negativos, suponiendo esto un gran desafío para el ahorrador conservador. La preocupación de los inversores en este sentido se ve reflejada en la evolución de activos como el oro, que se encuentra en máximos históricos. En el caso europeo, la inflación está anclada en torno al 2%, por lo que parece que el BCE no continuará con bajadas de tipos más allá del 2% actual.
Las cuentas públicas siguen siendo motivo de gran preocupación: la mayoría de las economías desarrolladas mantienen niveles de deuda y déficit público muy elevados, a la vez que muestran una pobre voluntad política para revertir esta tendencia. Especialmente destacable es la situación de Francia, quien sostiene un déficit fiscal de entorno al 6%, y es incapaz de llegar a acuerdos parlamentarios para aprobar unos presupuestos que puedan mitigar en cierta medida dicha situación. Su presidente Emmanuel Macron ha visto caer cuatro primeros ministros durante su segunda legislatura. Esto ha provocado la rebaja de su calificación crediticia por parte de las principales agencias de rating, elevando el coste de su deuda a largo plazo por encima de países como Italia, o Grecia. En el caso de EEUU, el 1 de octubre se procedió al cierre de la administración americana por falta de acuerdo en la aprobación de los presupuestos del año.
En los mercados de renta fija europeos, el trimestre se saldó con ligeros incrementos de las rentabilidades en los tramos largos. El bono alemán a diez años cerró septiembre en torno al 2,71% frente al 2,60% de cierre de junio; mientras, las primas de riesgo periféricas se mantuvieron contenidas, con la española en torno a los 60 puntos básicos. En el crédito corporativo, los diferenciales de los bonos, tanto grado de inversión (investment grade) como de alto rendimiento (high yield), se mantuvieron cerca de mínimos de los últimos años, reflejando un mercado que, a pesar de las incertidumbres, continúa descontando un escenario casi perfecto. La falta de visibilidad en cuanto a la contención del gasto de los Estados en general y una Alemania que verá incrementada su necesidad de emitir deuda para financiar sus planes de inversión, plantea dudas sobre la sostenibilidad de los actuales niveles de rentabilidad. En este contexto, mantenemos un enfoque muy prudente, con duraciones cortas y una clara preferencia por emisores de máxima calidad crediticia. Esta estrategia ha permitido que nuestro plan Surnepensión Renta Fija registre una rentabilidad acumulada del +1,75% en lo que va de año, con una cartera muy conservadora.
En renta variable, los mercados prolongaron las subidas iniciadas a comienzos de año, aunque con comportamientos divergentes entre regiones. En Europa, los índices registraron avances moderados pero consistentes, apoyados en valoraciones más razonables y una menor exposición al sector tecnológico. En EEUU, las bolsas continuaron su contundente rally alcista comenzado tras el liberation day. Ahora bien, en 2025, en general, el resultado de la inversión en valores americanos por parte del inversor europeo ha sido neutro, dado que, pese a la buena marcha del S&P500, el dólar ha sufrido una depreciación de alrededor del 14% frente al euro. Las valoraciones en la renta variable estadounidense continúan en niveles exigentes, impulsadas por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial, que sigue siendo el principal catalizador del crecimiento de beneficios. En este entorno, nuestra sobreponderación estructural a Europa, una menor exposición relativa al dólar y una buena selección de valores, ha favorecido el resultado de nuestras carteras. Nuestro plan dinámico Surnepensión Renta Variable acumula una rentabilidad del +18,6 % en lo que va de año, mientras que nuestro plan prudente Surnepensión Mixto alcanza el +10,7%, reflejando un equilibrio adecuado entre riesgo y retorno.



