La contratación de un seguro de vida suele ser un momento importante por diversas cuestiones.
Fuente: IATI
En primer lugar, debemos afrontar la cruda realidad de que nuestra vida tiene un final y que desconocemos su fecha de caducidad. En otras sociedades, este se considera un tema asumido, pero por algún motivo, en España la muerte es todavía un asunto tabú.
En segundo lugar, deberemos tener claro que la vida va a continuar sin nuestra presencia, el mundo no se va a detener y las personas de nuestro entorno tampoco.
En ese punto cobra importancia el seguro de vida y nos deberemos hacer algunas preguntas: ¿hay personas que dependen económicamente de nosotros?, ¿cómo les va a cambiar la vida si no estamos?, ¿queremos protegerles para que su vida sea lo más parecida posible a la actual? y, consecuentemente, ¿cuánto dinero hace falta para eso?
Posiblemente la primera reacción intuitiva sería dar un importe que nos parezca suficiente y en números redondos, ¿100.000?, ¿400.000? o ¿1.000.000?, pero está claro que esa es una respuesta muy poco fundamentada. Deberíamos empezar por valorar nuestra situación personal y familiar: edad e ingresos de nuestra pareja, número y edades de nuestros hijos, nivel sociocultural de la familia, volumen de ahorros, volumen de deudas, nivel de cobertura de las deudas, volumen de gastos familiares, seguros ya contratados, protección social esperada y evidentemente, nuestro nivel de ingresos.
La edad y formación de nuestra pareja nos marcará el tiempo que va a permanecer laboralmente activa y sus ingresos determinarán hasta qué punto va a poder afrontar a solas las cargas económicas de la familia. Los casos en que la pareja no esté trabajando y tenga una edad avanzada limitan mucho la posibilidad de contar con ingresos por su parte, lo que incrementará la necesidad de cobertura.
El número y edad de los hijos será un hecho determinante, pues va a marcar el tiempo en el que la familia va a tener personas dependientes económicamente y el número de ellos, teniendo en cuenta también el nivel sociocultural de la familia que condicionará las expectativas de formación que queramos cubrir. Aquellos padres con estudios universitarios suelen querer que sus hijos también alcancen su nivel académico, por lo que debemos contar con que habrá que sustentar económicamente a éstos hasta el final de su carrera o incluso durante un posgrado o un máster. Adicionalmente veremos cómo puede cambiar el nivel de gastos en la formación en sus primeras etapas frente a los estudios superiores y también si la intención es garantizar la asistencia a centros privados o incluso en el extranjero.
El volumen de ahorros acumulados permitirá rebajar las necesidades de cobertura. Por el contrario, el volumen de deudas incrementará la necesidad de protección económica, si no están cubiertas. En muchos casos las deudas hipotecarias estarán garantizadas en todo o en parte por un seguro de vida, lo que resolverá una parte del coste recurrente de la familia, pero no siempre es habitual la existencia de dicha cobertura para otros tipos de préstamos, como los personales o al consumo.